HISTORIA DE LA CIENCIA FICCIÓN
El análisis de la historia y las manifestaciones de la ciencia-ficción,
han llevado a muchos autores a proponer múltiples definiciones de este género.
Podría decirse en términos generales, que la ciencia-ficción trata de aquello
que es posible, mientras que la fantasía toca el reino de lo imposible.
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Aunque la palabra “científico” se usó por primera vez en 1840 y la
palabra “ciencia ficción” vio la luz en 1851, hay claros ejemplos históricos de
cómo se trata de un género cuyos primeros intentos tomaron forma desde la
antigüedad, con las historias épicas de los antiguos griegos, o las primeras
crónicas de viajes fuera de la Tierra, escritas como sátira por el escritor
sirio Luciano de Samosata en el siglo ll. Aunque se trata de viajes más allá de
lo común, no forman parte del género de la ciencia-ficción, sino de su
prehistoria, pues son relatos escritos para ser leídos como fantasía. En 1532,
el texto de Orlando Furioso escrito por Ariosto relata un viaje hacia la luna
meramente como un asunto fantástico.
Mientras tanto, la ciencia que estaba dando sus primeros pasos, comienza a cambiar
la forma de ver el espacio. La brújula magnética permite el descubrimiento del
“nuevo mundo” y en los primeros años del siglo 17 Johannes Kepler escribe
“Somnium” donde se relata imaginariamente lo que sería vivir en la Luna. Luego
Francis Godwin describe su utopía lunar en 1638 y Cyrano de Bergeracen el cual menciona inventos como un convertidor de energía solar y máquinas que hablan en
“La historia cómica de los estados e imperios de la Luna” (1659) y “Sol”
(1687).
Tomás Moro en su “Utopía” publicada en 1516 describe por primera vez
cómo la producción afecta la existencia humana, y Francis Bacon, considerado
como el padre de la ciencia moderna, muestra los beneficos y lo asombroso del método
inductivo de experimentación científica, en “Nueva Atlantis” (1627) en el cual
describe una sociedad basada en la ciencia experimental, donde existen teléfonos , telescopios, microscopios,manipulación genética, fábricas, metales artificiales, aviones y submarinos.
A pesar de que había algo de invención, no hubo un mundo futurista sino
hasta el siglo 18 por parte de Jonathan Swift con “Los viajes de Gulliver”
(1726) y de Voltaire en “Micromegas” (1732) donde se hacen relatos a cerca de la primera visita
de seres de otros planetas a la Tierra.
A inicios del siglo 19, la revolución industrial comenzó a apoderarse
del mundo y con ello venía una alta tecnificación, medios de trasporte masivos
y fuentes de energía. Fue una época donde la escasez de empleo generada por el
desplazamiento del trabajador en favor del artefacto, era aprovechada para
convertir a las personas en esclavos que funcionaban como accesorios de una
máquina. Un enfoque maquino céntrico que aún hoy prevalece en las mentes de
muchas personas que no han logrado incorporar él el bienestar humano como
principio de crecimiento económico.
En 1930 llega a la historia uno de los personajes y escritores más importantes de la ciencia ficción y para muchos conciderado como el padre de esta, Julio Verne, famoso por obras como "Viaje al Centro de la Tierra" (1864), "De la Tierra a la Luna" (1865), "Veinte mil Leguas de viaje Submarino" (1869), "La Vuelta al Mundo en 80 días" (1873), entre otras, Verne a partir de sus obras en conjunto con Edgar Allan Poe le dieron un giro a la ciencia ficción, haciendola evolucionar y dandole una importancia masiva al genero, ya la ciencia ficción no era solo una lecutra interesante, sino tambien era instructiva.Esta
noción de literatura didáctica y progresiva pronto evolucionó hacia historias
donde el énfasis era principalmente científico.
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La investigación científica durante la segunda guerra mundial convirtió
el cañón de Julio Verne para llevar el hombre a la luna, en las mortíferas
armas V-1 y V-2 que serían los primeros mísiles de la historia. Fue una era
donde la ciencia fue puesta al servicio del genocidio. Y al concluir esta
época, dio inicio la guerra fría y la amenaza nuclear, amenaza que obviamente inspiraría a los literatos y a
toda clase de relatos apocalípticos.
A finales de los 50 los satélites artificiales surgen como respuesta a
la literatura. El escritor Arthur C. Clarke, conocido por su obra “Odisea
en el espacio” (2001) había imaginado artefactos retransmitiendo señales en el
espacio, sin sospechar que desataría una nueva forma de vida para el ser
humano. Allí la ciencia-ficción deja de ser ficción en las manos de los
lectores y se empieza a convertir en pie para grandes ideas que en el futuro le serán de gran importancia a la humanidad.
En solo unos años, la subcultura de la ciencia-ficción evolucionó
gracias a escritores, editores de revistas, críticos y aficionados al género.
Para los años 70, las historias comenzaron a ubicarse en el futuro, y
comenzaron a tocar diferentes temáticas. Comienza a mezclarse con la fantasía,
surge la ficción posmodernista, los “techno-thrillers”, los “thrillers”
políticos, las narraciones basadas en descubrimientos científicos, los mundos
perdidos, las guerras del futuro, las utopías, o relatos ubicados en un pasado
prehistórico.
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En esa misma década, inicia la ciencia-ficción filosófica, donde comienza
a abandonarse la visión maquino céntrica del ser humano, para dar cabida a la
extrapolación del ser humano hacia una perspectiva distinta. Alvin Toffler
comienza a imaginar visiones alternativas de un mundo futuro. Esta es una
visión que aún no ha logrado permear en nuestra sociedad, dominada aún por un
maquino centrismo exacerbado y retrógrado, heredado de la revolución
industrial. En esta época, la ciencia-ficción comienza a ser imaginación al
servicio del humanismo.
Por estos años, las ideologías estructuralistas surgen en la antigua
URSS, en contraposición al enfoque fragmentado prevaleciente en occidente. La
guerra fría había arrastrado a los soviéticos a investigar la interacción entre
el hombre y la máquina en un intento por obtener el secreto del desempeño
superior al utilizar máquinas de guerra, y curiosamente, según lo expresa el
investigador B. Lomov en 1984, la solución fue estudiar esta interacción desde
un enfoque antropocéntrico.
Pablo Luna: Creador de Atarsia, publicada en la revista Plan9 del Grupo K-oz.
Johana Jiménez Ramírez